215
pages
Español
Ebooks
2021
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2021
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Publié par
Date de parution
09 février 2021
Nombre de lectures
2
EAN13
9781631426018
Langue
Español
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Date de parution
09 février 2021
Nombre de lectures
2
EAN13
9781631426018
Langue
Español
Mi obsesión
Mi Tormento: Libro 2
Anna Zaires
♠ Mozaika Publications ♠
Esta es una obra de ficción. Los nombres, los personajes, los lugares y los acontecimientos son producto de la imaginación del autor o se usan de manera ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, establecimientos comerciales, eventos o sitios es pura coincidencia.
Copyright © 2020 Anna Zaires
www.annazaires.com/book-series/espanol/
Reservados todos los derechos.
Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión sin la autorización previa y por escrito del titular del copyright, salvo para su uso en reseñas.
Publicado por Mozaika Publications, de Mozaika LLC.
www.mozaikallc.com
Traducción de Scheherezade Surià
Diseño de cuberta de Najla Qamber Designs
najlaqamberdesigns.com
ISBN: 978-1-63142-601-8
Print ISBN: 978-1-63142-602-5
Índice
Parte I
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Parte II
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Parte III
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Parte IV
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Extracto de Secuestrada
Extracto de Contactos Peligrosos
Sobre la autora
Parte I
1
P eter
—Nos están pisando los talones —comenta Ilya mientras el aullido de las sirenas y el rugido de las aspas del helicóptero se oyen con más fuerza.
Las luces de los coches que se encuentran al otro lado de la autopista se le reflejan en la cabeza afeitada creando la ilusión de que las calaveras de los tatuajes están bailando, al mismo tiempo que echa una ojeada por el espejo retrovisor con el ceño fruncido, inquieto.
—Vale. —Hago caso omiso a la adrenalina que me recorre las venas y estrecho el brazo en torno a Sara. Así, evito que se le deslice la cabeza de mi hombro a la vez que Ilya esquiva a toda velocidad a un coche que va más despacio.
Por supuesto, esperaba que nos persiguieran, ya que uno no puede raptar a una mujer vigilada por el FBI sin tener consecuencias, pero ahora que está ocurriendo, estoy preocupado. Mis tres compañeros y yo podemos soportar sin ningún problema una carrera a toda velocidad, pero no puedo poner en peligro a Sara de ese modo.
Tomo una decisión y le digo a Ilya:
—Frena. Dejemos que nos alcancen.
Anton, sentado en el asiento delantero, se gira hacia mí y su rostro barbudo denota incredulidad mientras agarra la M16.
—¿Estás loco?
—No podemos llevarlos hasta el aeropuerto —señala Yan, el hermano gemelo de Ilya. Está sentado al otro lado de Sara y debe de haber entendido el plan porque ya está rebuscando en la bolsa de viaje grande que tenemos escondida bajo el asiento trasero del coche.
—¿Crees que los del FBI saben que la tenemos? —Anton echa un ojo a la mujer inconsciente apoyada sobre mi costado y siento un destello irracional de celos cuando recorre el rostro de Sara con esos ojos negros, quedándose abstraído por un momento, más de lo necesario, en sus labios rosados y suaves.
—Seguro. Los tíos que siguen a Sara serán tontos, pero no totalmente inútiles —opina Yan mientras endereza el lanzagranadas que tiene en las manos.
A diferencia de a su hermano, prefiere el corte de pelo conservador y el traje de hombre de negocios planchado e impecable, su disfraz de banquero, como lo llama Ilya. Normalmente, Yan no parece alguien que sepa usar una llave inglesa y mucho menos una pistola, pero es una de las personas más letales que conozco, como todos los de mi equipo. Nuestros clientes nos pagan cifras millonarias por un motivo y no tiene nada que ver con nuestra ropa.
—Espero que tengas razón —contesta Ilya mientras aprieta los puños contra el volante y mira otra vez por el espejo retrovisor. Dos SUV negros del gobierno y tres patrullas están a cuatro coches de nosotros. Se ven las luces azules y rojas al esquivar a los vehículos más lentos. —Los policías estadounidenses son unos blandengues. No se van a arriesgar a disparar si saben que la tenemos.
—Ni abrirán fuego en mitad de una autopista —comenta Yan mientras pulsa un botón para bajar la ventanilla—. Hay demasiados civiles por aquí.
—Espera un momento —le aviso cuando se acerca a la ventana, con el lanzagranadas en la mano—. Queremos al helicóptero lo más cerca posible sobre nosotros. Ilya, frena un poco más y métete en el carril derecho. Cogeremos la próxima salida.
Ilya hace lo que le ordeno y se pasa al carril más lento, nuestra velocidad desciende a menos del límite de velocidad permitido. Un Toyota Camry gris nos adelanta por la izquierda y yo presiono a Sara contra mí un poco más mientras le digo a Yan que se prepare. El ruido del helicóptero es ensordecedor, ahora casi está planeando sobre nosotros, pero espero. Después, la veo. La señal de salida, a menos de medio kilómetro.
—Ahora —grito y Yan entra en acción. Saca la cabeza y el torso por la ventana con el lanzagranadas en las manos.
¡Boom! Suena como si la madre de todos los fuegos artificiales acabara de explotar sobre nosotros. Los frenos chirrían a nuestro alrededor, pero ya estamos en la salida e Ilya se desvía de la autopista justo cuando el infierno se desata, los coches se chocan en ambos carriles emitiendo un sonido de metal arrugado y el helicóptero explota formando una bola de metal ardiente.
—Joooder —suspira Anton mientras observa el desastre que dejamos atrás.
A la vez que los fragmentos del helicóptero en llamas caen desde el cielo, un camión enorme de Walmart está a punto de volcar, al menos una docena de coches chocan y el montón aumenta con cada segundo que pasa. Los SUV del gobierno se encuentran entre las víctimas y los patrullas están atrapados tras ellos. Nuestros perseguidores ya no tienen posibilidad de seguirnos y, aunque no estoy contento por los civiles heridos, sé que era la única manera de poder escaparnos. Cuando se organicen de nuevo y quieran mandar a más policías a buscarnos, ya hará tiempo que nos habremos ido. Nadie va a alejar a Sara de mí. Ella me eligió y va a seguir siendo mía.
Sin que nadie nos siga, llegamos al paso subterráneo donde habíamos dejado el otro coche y, una vez que hemos cambiado de vehículo, todos respiramos un poco más aliviados. Sin duda alguna, los del FBI nos localizarán, pero, cuando lo hagan, ya estaremos en el aire, a salvo.
Ya estamos casi en el aeropuerto cuando Sara suelta un leve quejido, sus párpados se abren con un aleteo y se revuelve a mi lado. La droga que le he dado ha dejado de surtir efecto.
—Shhh. —La calmo y le beso la frente mientras intenta librarse de la manta que le arropa todo el cuerpo desde el cuello—. Estás bien, ptichka . Estoy aquí y todo va bien. Toma, bebe esto. —Con la mano libre, abro una botella llena de agua y se la pongo en los labios para que absorba algo de líquido.
—¿Qué…? ¿Dónde estoy? —suelta un graznido con voz ronca cuando le alejo la botella y le aprieto el brazo en torno a los hombros para evitar que se quite la manta y deje su desnudez al descubierto—. ¿Qué ha pasado?
—Nada malo —le aseguro y suelto la botella para alejarle un mechón de pelo de la cara—. Vamos a hacer una escapadita.
Al otro lado de Sara, Yan resopla y murmura algo en ruso sobre quedarme muy cort