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Español
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2019
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Publié par
Date de parution
09 décembre 2019
Nombre de lectures
5
EAN13
9781644618189
Langue
Español
Poids de l'ouvrage
10 Mo
Publié par
Date de parution
09 décembre 2019
Nombre de lectures
5
EAN13
9781644618189
Langue
Español
Poids de l'ouvrage
10 Mo
Autores:
Dora Amsden
Woldemar von Seidlitz
Traducción: Millán González Díaz
Maquetación:
Baseline Co Ltd.
Vietnam
© Confidential Concepts, worldwide, USA
© Parkstone Press International, New York, USA
Image-Bar www.image-bar.com
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.
ISBN: 978-1-64461-818-9
Dora Amsden, Woldemar von Seidlitz
UKIYO-E
grabado japonés
Contenidos
El Auge Del Ukiyo-E: El Mundo Flotante
Genroku. La Época Dorada Del Arte Y Lo Sentimental
La Escuela De Torii. La Rama De Impresores Del Ukiyo-E
Comparaciones Analíticas Entre Los Maestros Del Ukiyo-E
Temas Principales Del Ukiyo-E
Erotismo
Teatro
Mujeres
Dioses
Humor
Poderes Demoníacos
Polaridad Del Hombre Y La Mujer
Maestros Del Ukiyo-E
Hishikawa Moronobu (?-1694) Y Sus Contemporáneos
La Primera Escuela De Torii Y Okumura Masanobu (1686-1764)
Torii Kiyonaga (1752-1815)
Katsukawa Shunsho (Activo En 1764-1792)
Kitagawa Utamaro (1754-1806)
Katsushika Hokusai (1760-1849)
Utagawa Hiroshige (1797-1858)
Bibliografía
Índice
Notas
Utagawa Kunisada, Retrato en memoria de Hiroshige , 1858. Impresión con bloque de madera en color, 35,5 x 23,4 cm. Leeds Art Gallery, Leeds.
EL AUGE DEL UKIYO-E: EL MUNDO FLOTANTE
El arte del Ukiyo-e es una «reproducción espiritual del realismo y la naturalidad de la vida cotidiana, una interacción con la naturaleza y la fantasía de una raza impresionable y llena de vida, inmersa en toda una marea de anhelo artístico». Esta caracterización de Jarves resume drásticamente el motivo central que caracterizaba a los maestros del Ukiyo-e, la escuela popular de arte japonés, interpretada poéticamente como «el mundo flotante».
Para el peregrino apasionado, devoto de la naturaleza y el arte que haya visitado el Oriente encantado, es innecesaria una preparación del camino hacia la correcta comprensión del Ukiyo-e. Seguro que este jovial idealista confía menos en el dogma que en las propias impresiones. «No sé nada sobre arte, pero sé muy bien lo que me gusta», así se expresa el lenguaje de la sinceridad, una sinceridad que no se sustenta en un credo o una tradición ni en principios o convenciones establecidas. Se ha dicho con acierto que «sólo pueden aspirar a comprender a fondo la profundidad de los sentimientos y la belleza que encierra un arte extranjero aquéllos que adopten la firme resolución de escudriñarlo desde el punto de vista de un habitante del lugar donde ha nacido dicho arte».
Lo que será tarea fácil para el cosmopolita capaz de asimilar ideas extranjeras por puro instinto o mediante una predisposición a la valoración de lo ajeno. Pero aquellos que carezcan de este talento intuitivo deberan recurrir a una especie de noviciado, para ser capaces de apreciar «algo tan recalcitrante como el arte japonés, que al mismo tiempo exige atención y desafía prejuicios». Estos esbozos no suponen una expresión individual, sino un deseo de transmitir de forma resumida las opiniones de las personas que, a pesar de sus estudios e investigaciones, están cualificadas para hablar con autoridad sobre la forma del arte japonés, cuya variante más concreta –el Ukiyo-e– reclama por derecho propio la atención del mundo del arte.
El desarrollo de la impresión en color constituye únicamente el símbolo objetivo del Ukiyo-e, como declara nuestro oráculo occidental, el profesor Fenollosa: «La auténtica historia del Ukiyo-e, si bien incluye las impresiones como uno de sus procedimientos más fascinantes, no se reduce a una historia del arte técnico de la impresión, sino más bien, constituye una historia estética de un tipo de diseño».
Resulta irresistible la tentación de emplear una cita más para concluir estas notas introductorias, ya que en ella Walter Pater imprime su visión sobre el arte, considerándolo una búsqueda legítima, independientemente de la forma que adopte, y en cualquier caso irreconciliable con ideas y tradiciones preconcebidas. «La confrontación legítima no se produce entre épocas o escuelas artísticas, sino que se trata de una lucha del conjunto de todas ellas contra la estulticia, contra la vulgaridad de forma».
Dado que la Escuela Popular (Ukiyo-e) fue el fruto de más de mil años de crecimiento, es necesario echar un vistazo a sus orígenes a fin de poder comprender y hacer un seguimiento de los procesos que marcaron su desarrollo.
Escuela de Tosa, Vista del monte Fuji (Fujimizu), Período Muromachi, siglo XVI. Biombo plegable de seis paneles «Wind wall» (byobu), 88,4 x 269,2 cm. Colección privada, depósito en el Museo Nacional de Tokio, Tokio.
Escuela de Kano, Cacería con perros (Inuoumono) , Período Edo, ca. 1640-1650. Biombo plegable (byobu), 121 x 280 cm. Tinta y color sobre hoja de oro. Colección privada.
Utagawa Toyokuni , Vista de un teatro de Kabuki , ca. 1800. Impresión con bloque de madera en color, 37,7 x 74,7 cm. Museo Británico, Londres.
Aunque el origen de la pintura en Japón está envuelto en una cierta oscuridad, no hay duda de que China y Corea fueron las fuentes directas de las que bebió Japón para su arte, si bien también recibió una influencia más indirecta de Persia y la India –fuente sagrada del arte oriental– y de la religión.
En China, la dinastía Ming inició un estilo original que dominaría durante siglos el arte japonés; las amplias pinceladas caligráficas de Hokusai presentan la impronta de una herencia y sus talladores de madera, entrenados para seguir las líneas gráciles y fluidas de su arte puramente japonés, se quedaban a menudo atónitos por sus repentinas escapadas a un realismo de ángulos marcados.
Las escuelas artísticas chinas y budistas datan del siglo VI , y en Japón el Emperador Heizei fundó una academia imperial en el año 808. Esta academia y la escuela de Yamato-e (pinturas derivadas del arte japonés antiguo, en oposición a la influencia artística de China), fundada por Fujiwara Motomitsu en el siglo XI , condujeron a la formación de la celebrada escuela de Tosa que, junto con la de Kano, su augusta y aristocrática rival, mantuvieron durante siglos una supremacía indiscutible hasta que se vieron desafiadas por la plebeya Ukiyo-e, la escuela de la gente corriente de Japón.
La escuela de Tosa ha sido descrita como la manifestación de una fe ardiente a través de la pureza de un estilo etéreo. Tosa representaba el gusto de la corte de Kioto, y estaba relegada al servicio de la aristocracia; reflejaba el misterio esotérico de Shinto y el cortejo sagrado del Emperador, de ascendencia divina. El ceremonial de la corte, sus fêtes y solemnidades religiosas –bailes a los que asistían los daimios o señores feudales ataviados con ropas oficiales que caían formando armoniosos pliegues– se representaban con una elegancia consumada y un estilo muy delicado, lo que pone de manifiesto una cierta familiaridad con los métodos ocultos de la pintura de miniaturas persa. Los artistas de la escuela de Tosa utilizaban pinceles muy finos y afilados y basaban la brillantez de su colorido en fondos resplandecientes hechos de pan de oro, y precisamente a la escuela de Tosa le debemos los diseños intrincados, con detalles casi microscópicos, que pueden verse en los ejemplares más hermosos de obras barnizadas en oro, así como mamparas cuya riqueza nunca ha sido superada.
Anónimo, estilo de Tomonobu , Acróbatas coreanos a lomo de caballo , 1683. Impresión con bloque de madera monocroma, 38 x 25,5 cm. Museo Victoria & Albert, Londres.
Katsushika Hokusai , Teatro de Kabuki en Edo visto desde una perspectiva original , ca. 1788-1789. Impresión con bloque de madera en color, 26,3 x 39,3 cm. Museo Británico, Londres.
Katsukawa Shunko, Los actores de Kabuki Ichikawa Monnosuke II y Sakata Hangoro III , mediados de la década de 1780. Impresión con bloque de madera en color, 34 x 22,5 cm. Museo Victoria & Albert, Londres.
Toshusai Sharaku , Ichikawa Komazo en el papel de Chubei con Nakayama Tomisaburo en el papel de Umegawa , 1794. Impresión con brocados, 38 x 25,5 cm. Museo Nacional de Tokio, Tokio.
El arte japonés estuvo siempre dominado por la jerarquía religiosa, pero también por los gobernantes seculares. La escuela de Tosa es un ejemplo destacado de esto último, dado que recibió un impulso decisivo del príncipe pintor Tsunetaka que, además de dar origen a un centro artístico, ostentaba el cargo de vicegobernador de la provincia de Tosa. Desde sus comienzos, Tosa recibió su prestigio del Emperador y de sus nobles, mientras que más tarde Kano se convertiría en la escuela oficial de los usurpadores Shogun. Como se puede comprobar, las historias religiosa, política y artística de Japón estuvieron siempre muy relacionadas entre sí.
El estilo de Tosa fue combatido mediante la adopción de la influencia china, una tendencia que culminaría en el siglo XIV con la fundación de la escuela rival de Kano.
La escuela de Kano tiene sus orígenes en China. El sacerdote budista chino Josetsu abandonó a finales del siglo XIV su patria en dirección del Japón, llevando consigo la tradición china, y fundó una nueva dinastía cuyos descendientes siguen representando lo más granado de la escuela pictórica japonesa. Hasta nuestros días, la escuela de Kano ha seguido siendo el baluarte del clasicismo, lo que en Japón es fundamentalmente sinónimo de adhesión a los modelos chinos, de la técnica tradicional y de la elusión de temas que representen la vida cotidiana. La pincelada caligráfica china se encuentra en la misma raíz de la técnica de la escuela de Kano, y el pincel japonés debió