4
pages
Español
Documents
Obtenez un accès à la bibliothèque pour le consulter en ligne En savoir plus
Découvre YouScribe et accède à tout notre catalogue !
Découvre YouScribe et accède à tout notre catalogue !
4
pages
Español
Documents
Obtenez un accès à la bibliothèque pour le consulter en ligne En savoir plus
Publié par
Nombre de lectures
83
Licence :
Langue
Español
Publié par
Licence :
Langue
Español
•
lno:
Eugenio Suárez-Galbán
~ .... " .. -.. --
-
(J
MAOUIS lM~1t52
PRINCIPALES RUTAS DE IN·
FlL TRAelON EN ESPAÑA OEl MA·
QUIS DE LA POSGUER RA
SIGNOS CONVENCIONAlES
AUT AS SEGUIDAS NOAMAl
MENTE . 01 .....
RUTAS INTERCEPTADAS .-
CAMPOS DE CONCENTRACION y
CAMPAMENTOS DE lOS ES·
PAÑOLES EXILIADOS
ZONAS DE ACTUACION
SEGURAN que el Marqués de Santi/lana gustaba de pernoctar aqu{. m
Mataelpino. y que lo motivaba a ello las buenas mujeres que aqui se daban. A Lo asegura un libro. el cual, sin embargo, nadie puede mcontrar, La historia
así se hace susceptible de leyenda. Y se repite la historia y esa su posibüidad
legendaria: también hoy se aseguran muchas cosas de ellos, de los maquis, de
Mataelpino, pero tampoco en este caso queda libre la historia de la leyenda. A esta
última la ayuda el miedo que aún pen 'ive entre los vecinos: el silencio que sóloahorQ
empieza a convertirse en tímido susurro; y el recato (rente al dolor de algunas
familias, cuyos miembros sufrieron en propia carne la persecución, el encarce
lamiento y hasta la muerte en un caso, por /raber colaborado con los guerrilleros.
38
La últillla lllorada
de los lllaquis
Un. pertidll .nti-m.quls d ••• Gu.,". Civil.
mO falta ahora, sin embargo. el libro. el cuentra en la pág. 245). Pero al contenido de
I.:J cual es bastante explícito en cuanto a esas páginas dedicadas a Mataelpino, los ve
las actividades de los maquis en la zona: «La cinos del pueblo pueden añadir muchas
organización de Mataalpino. que compren anécdotas y, muchas de ellas, acaso dignas
día la casi totalidad de personal de aquel también de memoria, y de interés y valor his·
pequeño pueblo, nos proporcionó un con tóricos. Es la historia oral, la colectiva. Tan
tacto con Madrid que había después de resul peligroso es menospreciarla como sobreva·
tar importantísimo •. Lo escribió Adolfo lorarla. Puede ser, además, la única fuente
Lucas Reguilón y García. mejor conocido por histórica en regímenes que practican la cen·
el nombre guerrillero de Severo Eubel de la sura.
Paz, en unas memorias que tituló El último Pocos de los miles de veraneantes que in·
guerrIllero de E5paña, publicadas por vaden Malaelpino cada año, sospechan que
Agencia General de Librería y Artes Gráficas, esos riscos que rodean al pueblo, y que ellos
en 1975 (la cita de la fras~ anterior se en- miran y admiran desde sus pisos y piscinas,
39
Debieron haber sido cinco, número usual de fueron hace unos rreinta años un albergue
importante de los maquis. Al llegar a la los pequeños núcleos, aunque hay quien cree
cueva de Mataelpino (.La Paz.), ya habían que eran por lo menos seis o siete. Cier
recorrido las sierras al norte de Madrid, .vi tamente, la cueva no se prestaba para un
sitando., entre otros los hoteles de Serrano mayor número. Se nos propone que consul
Suñer, Joaquín Ruiz Jiménez y Jacinto Be temos a . El Jefe_. Se trata del mismo Severo
navente. Era el motivo de estas .visitas. Eubel de la Paz (en el citado libro, habla de
simplemente hablar con los respectivos due cinco), y otro pastor, uno que cumplió tres
ños, además, claro está, de cosechar una in años de cárcel por proveer de comida a los
dudable publicidad, de haberse logrado las guerrilleros, prefiere no seguir hablando
entrevistas, lo que no ocurrió en ninguno de hasta que no no~veamos con .EI Jefe • . Pero
los tres casos. En aquellos días de J 946 Y nadie sabe de seguro dónde está. Se dice que
1947, los cabreros del pueblo subían dia ha dejado su pueblo, y ni siquiera hay con
riamente por los montes y cerros cerca de senso sobre cuál exactamente es su pueblo;
.La Paz •. Hoy, la trocha está tupida, la jara otros afirman que se ha mudado para la
ha invadido todo. Salían los guerrilleros de parte de Valencia. Aun cuando se insista en
detrás de las mismas rocas que desde hace que no hay razón para temer ya, ellos siguen
siglos amenazan con abalanzarse y arrasar insistiendo en que es que de seguro nose sabe
con el pueblecito. Algunos dicen que pewan, nada ...
otros que exigían, comida, tabaco, lo necesa
Hay que ir hi lvanando, pues, la historia, inrio para sobrevivir. Un niño de once años
tentando dist inguir entre la realidad y la le
entonces, hoy alcalde del pueblo, recuerda
yenda que han ido tejiendo los años. No se con miedo el primer encuentro. Después,
puede dudar, por ejemplo, de la importancia
hasta le enseñaron canciones:
que tenía para los maquis «La Paz_ como
Guerrilleros en el monte,
paso a Madrid y el fortalecimiento de lazos y
guerrilleros en el llano,
contactos con los camaradas que trabajaban toda España guerrillera,
en la capital. A escasamente unos cincuenta
para quitar al tirano.
kilómetros de Madrid, en un dia claro se
.Tenían que amenazar, que exigiu, defien
pueden vislumbrar desde la cueva y entre la
den unos, alegando que el miedo de los
bruma que despide la ciudad las torres del
maquis era mayor que el de cualquier ve
Pinar de Chamartín. El lugar era así tre
cino, y añadiendo que nunca hicieron mal a
mendamente propicio, por seguro, y por cer
nadie en el pueblo.
cano. Tenían una pequeña imprentilJa en la
misma cueva, y con relativa frecuencia ba
jaban a Madrid a repartir propaganda, clan
destinamente, por supuesto. Por lo visto, al
gún contacto había también con ciertas em
baJadas extranjeras. Una y otra vez en nues
tras conversaciones con los vecinos, se men
ciona el caso de un guerríllero que fue apre
sado por la Guardia Civil cuando llevaba
«correspondencia_ a las embajadas. En un
momento nos creímos a punto de ver una
muestra de esa propaganda. Resultó. sin
embargo, que la persona que supuestamente
la tenía aún guardada, decidió quemarla,
junto con unos billetes de la República que le
quedaban, hace unos diez años.
Son esos temas que se repiten en las distintas
conversaciones los que pueden proveer una
pista para futuros historiadores. Cierto cabo
de la Guardia Civil, posible cómplice de los
guerrilleros, es uno de esos temas. Se acalora
la discusión: unos Juran que sí, que, uti
lizando nada menos que el mismo método
que el de los indios en las películas de vaque
Aflnll. ullliz.d •• por .. m.qui. ctur.n'. sus 'nc:urslon" por t.
ros, prendía su chimenea este guardia y, con Jons o.ntro, .n ,. 6K.d. cM los cu.r.n' ..
40
señales de hume, evi6aba a los maquis cel por haber ayudado a los guerrilleros.
cuando venían patrullas al pueblo. Otros Hoy, a más de treinta años, la historia queda
creen con igual convicción que estuvo s~em· aún por descubrirse en todos sus detalles. Y
como Mataelpino, ¡cuántos pueblos de Espre al servicio de la Guardia Civil, que era un
infiltrado que ni se molestaba en quitarse el paña no ocultan experiencias valiosas pha
uniforme. En lo único en que están de entender un período de la historia de España
acuerdo todos es en haberle visto junto con que, de no investigarse ahora entre los vi
los maquis en las fiestas del pueblo. Lo que. vientes de aquellos días, se nos perderán
arguyen otros, no prueba absolutamente na para siempre t
da, ya que los guerrilleros bajaban al pueblo Hoy, Mataelpino se halla abrumado por otra
tal cual, codeándose con la gente que no sa experiencia, sin duda alguna, la más impor
bía, naturalmente, que eran los temidos ma tante para el pueblo desde la residencia en
quis. uLa Paz» de los maquis. Es la de esos miles de
Algo semejante ocurre con « El Potaje». Se veraneantes, quizás más de cinco mil, que
sabe poco más que ése su seudónimo, y que pasan las vacaciones entre los doscientos
cincuenta vecinos. Se ha hecho irreconocimurióen un tiroteo con la policía en Madrid.
Por el contrario, de otra víctima de esos días ble el pequeño pueblo, cuyos tejados de ba
se habla con plena seguridad, aun cuando no rro ceden cada día más a urbanizaciones de
chalets y pisos de concreto. se quiera elaborar demasiado, ya que era un
vecino del pueblo, cuya familia aún le re Pero algo queda inmutable: la cueva, los
cuerda. En su libro, Severo Eubel le llama montes, los riscos. Y el viento. Ese viento que
«Rubén», habland::> siempre de él en térmi azota periódicamente a Mataelpino.
nos elogiosos. Nadie cree la versión oficial de arremolinando polvo. arrastrando hojas y